martes, 27 de noviembre de 2012

Poemas estróficos

Hay algunas estrofas que forman por sí mismas un poema, que llamamos poemas estróficos. Son el soneto, el romance o el poema en verso libre. Aquí os dejo ejemplos. ¿Seríais capaces de completar esta tabla con sus características?

ESTROFA
Nº DE VERSOS
TIPO DE VERSOS
TIPO DE RIMA
ESQUEMA

Soneto

Romance

Silva

Poema en verso libre

Este soneto lo escribí cuando tenía quince años:

No sé cómo decirte lo que siento
al verte caminar tan cerca mía, 
sentir en mí ese espejo que me espía
y corta con su ardor el sentimiento.

No sé lo que decir, y no lo invento,
pues no puedo inventar tu simpatía
ni la suave dulzura que sentía
al ser imagen tuya en un momento.

No sé lo que decir en este instante
en que pendiente al sol de tu sonrisa
el riesgo de tu amor tenaz espero.

Y viéndote y sintiéndote distante
(detrás de cada llanto y cada risa)
no sé cómo decirte que te quiero.

Como ejemplo de romance os propongo este de Federico García Lorca:

ROMANCE DE LA LUNA LUNA

La luna vino a la fragua 
con su polisón de nardos. 
El niño la mira mira. 
El niño la está mirando. 

En el aire conmovido 
mueve la luna sus brazos 
y enseña, lúbrica y pura, 

sus senos de duro estaño. 

Huye luna, luna, luna. 
Si vinieran los gitanos, 
harían con tu corazón 
collares y anillos blancos. 

Niño déjame que baile. 
Cuando vengan los gitanos, 
te encontrarán sobre el yunque 
con los ojillos cerrados. 

Huye luna, luna, luna, 
que ya siento sus caballos. 
Niño déjame, no pises, 
mi blancor almidonado. 

El jinete se acercaba 
tocando el tambor del llano. 
Dentro de la fragua el niño, 
tiene los ojos cerrados. 

Por el olivar venían, 
bronce y sueño, los gitanos. 
Las cabezas levantadas 
y los ojos entornados. 

¡Cómo canta la zumaya, 
ay como canta en el árbol! 
Por el cielo va la luna 
con el niño de la mano. 

Dentro de la fragua lloran, 
dando gritos, los gitanos. 
El aire la vela, vela. 
el aire la está velando.

Para la silva podemos utilizar esta de Gutierre de Cetina:

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,

ya que así me miráis, miradme al menos.

También escribí este poema con versos libres, con unos años más:

Volver al laberinto: no hay condena
más cruel que equivocarse.
Aunque también se olvida y poco importa
si llega alguna luz a ser sobre la mesa.
Sólo cerrar los ojos como entonces
y abandonarse al traqueteo
azul de las ojeras, las batallas;
destripar las maletas, reconocer la casa y, como en sueños,
jurar que no ha ocurrido lo que nos vuelve tristes,
aunque escondidas en los libros
y en las arrugas de la ropa miles
de secretas palabras te estén haciendo viejo.

8 comentarios: